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La educación como aparato ideológico de la clase dominante.




Por Rodrigo Aguayo.

La escuela es parte de la superestructura de dominación del capitalismo, es un aparato ideológico que sirve para reproducir los intereses de la clase dominante, es decir se encarga de “reproducir” los valores, las creencias, y la forma de razonar de esta clase.

Cuando el capitalismo entra en crisis, al mismo tiempo tiene que mejorar su aparato opresor y político, necesita perfeccionar su aparato ideológico por medio de reformas, programas sociales (como la llamada “Cruzada nacional contra el hambre), estrategias políticas (como cambios de gobierno, pero no de Estado), etc.

Consecuentemente el capitalismo también se encarga de promocionar, fortalecer y consolidar el “estilo de vida” burgués junto con su forma de entender y captar la realidad. Un ejemplo de ello son las telenovelas mexicanas que se encargan de reflejar ideas y hábitos de conformismo, de dependencia, de discriminación etc.

La educación pues, es impuesta por el Estado. Se enseña lo que los grupos monopolistas necesitan en ese momento para seguir extendiendo su poder. Por ejemplo, cada vez que el Banco Mundial hace préstamos a un país, impone condiciones para reformar la educación -entres otras acciones como la salud, las condiciones laborales etc.-  ya sea privatizándola, eliminando materias de humanidades como filosofía y lógica (“materias pensantes”) o volviéndola elitista y segregadora.

Asimismo, la escuela es utilizada para separar en clases sociales y dependiendo de la clase a la que se pertenece, se ocupa una función dentro del marco de producción capitalista. Los hijos de los obreros se vuelven obreros mientras que los hijos de la élite tienen la función de ser los dirigentes y explotadores del pueblo.

También, la escuela cumple otra función que es la de formar cuadros orgánicos para el sistema capitalista para la reproducción y perpetuación de sí mismo.  Estos cuadros son los encargados de construir teorías y prácticas alienantes, homogeneizadoras, acríticas y estabilizadoras del statuo quo.

En contra de ideas “revolucionarias” que pretenden concientizar al estudiante para transformar su realidad social; la tarea de los maestros desde la perspectiva capitalista, no consiste en despertar la conciencia del estudiante ni mucho menos en creársela sino en alienar al pueblo, muchas veces sin que los propios maestros sean capaces de ver lo que se hace, ya que también ellos han sido educados de esta forma.

La escuela, de manera general, reproduce las desigualdades sociales porque pide a todos los alumnos lo que sólo unos cuantos pueden cumplir; muchos estudiantes tienen limitadas oportunidades de acceder a la cultura, al arte debido a que pertenecen a clases sociales distintas.

Sin embargo la escuela -como todo- tiene contradicciones ya que mientras sirve para reproducir los intereses de la clase dominante y estos intereses se concentran en formar un “ejército de esclavos”, estos “esclavos” o proletariados no pueden ser analfabetas; la formación para los obreros se centra en formar personas que como mínimo sepan leer, escribir y hacer operaciones básicas de matemáticas.

Pero el capitalismo no puede subsistir solamente con gente que sepa estos conocimientos, necesita cuadros especializados que sepan hacer diferentes actividades en los diferentes campos del saber: necesita científicos que contribuyan al desarrollo tecnológico para la producción, necesita abogados y jueces para defender su Estado, necesita historiadores y filósofos capaces de sustentar o defender ideológicamente su Estado.

A pesar de que la Escuela es una institución creada por el capitalismo, conlleva la contradicción de que a mayor conocimiento mayor conciencia lo cual puede llegar a atentar contra la estabilidad burguesa; un ejemplo claro de ello han sido las manifestaciones sociales como las del “68” en donde la Escuela adopta una posición crítica al orden establecido.

 

Como maestro se tiene la responsabilidad de crear conciencia, de reflexionar sobre la situación presente para transformarla pero para eso es necesario que haya una reflexión sobre la función del educador y su posibilidad de cambiar la sociedad. Como alumno es importante tener un papel más protagónico y menos pasivo, con la finalidad de transformar la realidad.